Vuélvete, Paloma
Vuélvete, Paloma
Que el ciervo vulnerado
Por el otero asoma
Al aire de tu vuelo, y fresco toma
Mi amado, las montañas
Los valles solitarios nemorosos
Las ínsulas extrañas
Los ríos sonorosos
El silbo de los aires amorosos
La noche sosegada
En par de los levantes de la aurora
La música callada
La soledad sonora
La cena que recrea y enamora
Nuestro lecho florido
De cuevas de leones enlazado
En púrpura tendido
De paz edificado
De mil escudos de oro coronado
A zaga de tu huella
Las jóvenes discurren el camino
Al toque de centella
Al adobado vino
Emisiones de bálsamo divino
En la interior bodega
De mi amado bebí y, cuando salía
Por toda aquesta vega
Ya cosa no sabía
Y el ganado perdí que antes seguía
Allí me dio su pecho
Allí me enseñó ciencia muy sabrosa
Y yo le di de hecho
A mí, sin dejar cosa
Allí le prometí de ser su esposa
Mi alma se ha empleado
Y todo mi caudal, en su servicio
Ya no guardo ganada
Ni ya tengo otro oficio
Que ya solo en amar es mi ejercicio
Pues ya sin el ejido
De hoy más no fuere vista ni hallada
Diréis que me he perdido
Que andando enamorada
Me hice perdidiza, y fui ganada
De flores y esmeraldas
En las frescas mañanas escogidas
Haremos las guirnaldas
En tu amor florecidas
Y en un cabello mío entretejidas
En solo aquel cabello
Que en mi cuello volar consideraste
Mirástele en mi cuello
Y en él preso quedaste
Y en uno de mis ojos te llagaste
Cuando tú me mirabas
Tu gracia en mí tus ojos imprimían
Por eso me adamabas
Y en eso merecían
Los míos adorar lo que en ti vían
No quieras despreciarme
Que si color moreno en mí hallaste
Ya bien puedes mirarme
Después que me miraste
Que gracia y hermosura en mí dejaste
Cogednos las raposas
Questá ya florecida nuestra viña
En tanto que de rosas
Hacemos una piña
Y no parezca nadie en la montiña
Detente, cierzo muerto
Ven, austro, que recuerdas los amores
Aspira por mi huert
Y corran sus olores
Y pacerá el amado entre las flores