Un cielo para los dos
Nadie puede darte una ternura,
nadie, nadie, nunca más que yo
porque estoy firmemente convencido ¡ay!
que todo es "un cielo para los dos".
Gracias mi estrella, muchas gracias,
por haberme dado tu querer
tu querer tan grandioso y tan sublime ¡ay!
que llevo en lo profundo de mi ser.
No hay un día ni una noche
que me quede sin decirme
qué feliz estoy viviendo
con tu beso embriagador.
Mi madrecita santa
te idolatra, te bendice
al saber que su hijo bueno
encontró su verdadero amor.