La Luna
Hay quien la bebe a pitorro y quien toma luna a cucharadas; nueva, llena, creciente y menguante, es buena como sedante. La luna hace compañía y alivia a los intoxicados de filosofía. No hay amuleto mejor que un pedazo de luna en el bolsillo; contra cualquier peligro más que una pata de conejo sirve un pedazo de luna: se lleva las penas y trae amores y fortuna. Puede darse de postre a los niños y dormirán un sueño mullido y suave; unas gotas de luna en los ojos de los viejos ayudan a esperar la muerte en paz. Pon bajo la almohada una hoja tierna de luna y pensarás aquello que quieres creer y mirarás aquello que quieres ver, tú moverás los títeres. Ten a mano un bote con aire de luna para cuando te ahogues.
A los decepcionados y a los presos dales la llave de la luna y no querrán otro tesoro, que para los condenados a muerte y los condenados a vida no hay estimulante como la luna si se toma con mesura.