La Mordida
He mordido tu espalda
hasta elevar la falda.
He mordido tus senos
hasta echarte de menos.
He mordido tu cuello
y quedé sin resuello.
Y también tus tobillos
haciéndome un ovillo.
Te he mordido la mano
para acercarla en vano.
Y he mordido tus hombros
hasta morir de asombro.
Y he mordido tus dedos
como olvidando el miedo.
Y he mordido tu ombligo
para sentirlo amigo.
Y he mordido tu sexo
porque es simple y convexo.
Y he mordido tus ojos
porque en ellos me arrojo.
Y he mordido tu fuego
hasta quedarme ciego.
Y también tu sollozo
para darte reposo.
Mordería inclemente
tu voz indiferente.
Mordería tu anhelo
para que crezca en vuelo.
Mordería tu sombra
pues ella no me nombra.
Mordería tu instinto
hasta hacerlo distinto.
Y mordería tu alma
pues no la quiero calma.
Morderé tus caderas
para acortar la espera.
Morderé tu cintura
para quitarle altura.
Te morderé los labios
hasta sentirme sabio.
Morderé tu desvelo
hasta bajarte al suelo.
Te morderé la gana
pues no la quiero enana.
Y como una alimaña
bramándote de celo
me perderé en tu entraña.