Segunda estación

Una manada de lobos viene tras de mí,
me alcanzan por las piernas, logro huir.
Vuelo hacia los árboles convertido en halcón.

Rompo el silencio de la noche,
confundido, grito como un desquiciado.
Los dientes afilados de la serpiente,
el búho está preparado,
bienvenidos al mundo salvaje.

Sigo el rastro de los pasos olvidados,
como animal sediento en busca de tierra mojada.
Entro en la cueva de los dioses vencidos,
brindan, brindan, brindan por mí.

Han abierto mis ojos,
veo las sombras en la pared.
Comparten su miel,
fuera el frío congela mi mente.
El viento vaga puedo comprender,
ahora la prueba es evidente.
Tremendo ruido,
quieren que vuelva a salir.

¿Quién dudaba?
Cuervos y buitres.